Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente con una ciudad y tomar el control. En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen. Curioso por este viejo, el general fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fuera tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera. “¡Estúpido!”, gritó mientras alcanzaba su espada, “¡no te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin cerrar un ojo!”.
Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil. “¿Y usted se da cuenta?”, contestó tranquilamente el maestro, “¿que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin cerrar un ojo?”
Este cuento pone de manifiesto una de las cualidades más buscada en el budismo, que es la ecuanimidad, que consiste en conseguir mantener el equilibrio y la serenidad ante cualquier circunstancia de la vida. Es muy importante no dejarnos llevar por las emociones, del tipo que sean y conseguir mantener el equilibrio en todo momento.
Este cuento lo expone de forma bella y llevado al extremo, para que se entienda mas claramente.
Muy interesante la historia que relata.
ResponderEliminarA mi me parece una de las cosas más difíciles de conseguir, el equilibrio y serenidad en tus emociones...en algún momento, sí, pero en esos momentos fuertes y dificiles , la verdad se me hace difícil de conseguir, me imagino que con la práctica y el tiempo nos podremos acercar aunque sólo sea un poquito.
Gracias Antonio.
Un abrazo y metta.
Claro, que poco a poco nos vamos acercando a ese estado de equilibrio y serenidad. Pero hay que ser paciente, pues la impaciencia no nos ayudara. Un abrazo.
EliminarPulga
ResponderEliminarXD
ResponderEliminarcomo deberia ser la historia respondanme please
ResponderEliminarIdea principal de este texto
ResponderEliminareste cuento me iso sentir que mi mama ya se desperto xd
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