Cuento "La cajita de besos"


En un país lejano vivía un padre con una hija muy pequeña, de 5 años. El padre estaba siempre muy atareado, trabajando y dedicaba muy poco tiempo a su pequeña.
Cuando llego Navidad la hija cogió un papel dorado, que había en la casa, para envolver una caja, de su regalo para su papá. El padre, cuando se enteró se enfadó mucho y la castigo, por desperdiciar un rollo de papel dorado tan valioso, para envolver regalos. 

El padre estaba muy preocupada por el dinero y quería educar a su hija en la austeridad.
La niña se fue triste a dormir, y el papá enfadado. Sin embargo, la mañana siguiente era Navidad. La niña le trajo la cajita envuelta con el papel dorado a su papá: 'esto es para ti papá'. El papá se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su enfado resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en tono molesto: '¿Es que aún no sabes que cuando uno da un regalo debe haber algo dentro?'.

La niña se dio la vuelta al verlo tan enfadado, y con lágrimas en sus ojitos le dijo: 'Pero papá, no está vacía. Le puse besitos hasta que se llenó'.
Pero bueno, tú eres boba! Le grito el padre. No me hagas perder el tiempo. Creía que me habías conseguido algo de verdad.
La niña salió corriendo a su cuarto y lloró desconsolada, pensando que su padre no la quería.
A los pocos días empezó a sentirse mal y los médicos no daban con su enfermedad. Pasaron los días y la niña no mejoraba. 
Entonces el padre se dio cuenta de todo lo preocupado que estaba por los negocios y lo abandonado que tenía a su hija. Busco la caja en la casa y desconsolado la abrió sintiendo en ese momento todo lo que amaba a su hija. Decidió estar el máximo tiempo posible junto a su pequeña y la acompañaba junto a su cama, le hablaba al oído y la besaba con todo su amor.
La niña, poco a poco, fue recobrando la salud y un día cuando su padre le decía al oído:
-Hija, perdóname. No me dejes. Te quiero con todo mi corazón.
En ese instante la niña abrió los ojos y con una sonrisa en los labios, miró a su padre y le dijo.
-Papi, no me dejes nunca. Te quiero, papá.
A partir de ese día la niña se llenó de salud y alegría y su padre ya nunca la descuidó y guardó en su corazón todo su amor y cuando lo necesitaba abría la cajita y se llenaba de aquellos besos, que su hija llenó para él y que ya siempre le acompañarían.

De alguna forma cada uno de nosotros hemos recibido alguna caja llena de amor incondicional y de besos de nuestros hijos, amigos, familia...
Nadie poseerá jamás una propiedad más grande. Es una necesidad primaria que todos tenemos.

Cuando leas este cuento me gustaría hacerte llegar mi cariño hacia ti, seas quien seas y vivas donde vivas, pues mereces ese amor incondicional (metta) y con esa intención publico este cuento.


Gracias y Metta 


Comentarios