- ¡Dame permiso para que le enseñe a este hombre lo que acaba de hacer!
- No. Yo hablaré con él.
Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, habló de esta manera al hombre.
- GRACIAS, MUCHAS GRACIAS. Has creado con tu actitud una situación para comprobar si todavía puede invadirme la ira. Y no puede. Te estoy tremendamente agradecido. También has creado un contexto para Ananda; esto le permitirá ver que todavía puede invadirlo la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos! Y queremos hacerte una invitación. Por favor, siempre que sientas el imperioso deseo de escupir a alguien, piensa que puedes venir a nosotros.
Aquella noche el hombre no pudo dormir. Fue una conmoción tan grande... No podía dar crédito a sus oídos. No podía creer lo que había sucedido. Había ido para provocar la ira de Buda y había fracasado. Estuvo dando vueltas y vueltas en la cama y no pudo conciliar el sueño. Los pensamientos lo perseguían continuamente. Había escupido a la cara de Buda y éste había permanecido tan sereno, tan en calma como lo había estado antes, como si no hubiera sucedido nada... Aquella cara tranquila, serena, aquellos ojos compasivos, y cuando Buda le dio las gracias, no fue una formalidad le estaba verdaderamente agradecido, todo su ser, le decía que estaba agradecido, Buda desprendía una atmósfera de agradecimiento.
A la mañana siguiente, muy temprano, volvió precipitado, se postró a los pies de Buda y dijo:
- Por favor, perdóname por lo de ayer. No he podido dormir en toda la noche.
Buda respondió:
- No tiene la menor importancia, no pidas perdón por algo que ya no tiene existencia. Han pasado 24 horas, ¿por qué cargas con algo que ya no existe? no pienses más en ello. Además, yo no te puedo perdonar porque para ello debería haberme enojado y eso nunca ha sucedido. Ha pasado un día desde ayer, te aseguro que no hay nada en ti que deba perdonar. Si tú necesitas perdón, ve con Ananda; échate a sus pies y pídele que te perdone. Él lo disfrutará.
Esta historia de Buda nos trae dos enseñanzas fundamentales, que son las siguientes:
-Lo que ocurre en el exterior no es determinante sobre lo que ocurre en nuestro interior, así Buda pudo controlar sus emociones, aun cuando le hubieron escupido en la cara. Igualmente nosotros podemos controlar nuestras emociones y pensamientos, sean las circunstancias externas las que sean.
-Todo lo que ocurre puede ser utilizado para aprender y mejorar e incluso nuestros enemigos son los que mas a prueba nos ponen y por tanto, los que pueden hacer que superando los obstáculos que nos ponen, más podamos superarnos. Por ello, Buda, le pedía al hombre que volviera cada vez que quisiera escupirles, pues esto era una gran prueba para todos ellos.
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