Sucedió que un Maestro Zen estaba pasando por una calle, cuando un hombre llegó corriendo y lo golpeó con fuerza.
El Maestro cayó. Luego se levantó y continuó caminando en la misma dirección en la que estaba yendo, sin siquiera mirar hacia atrás. Un discípulo iba con el Maestro; se quedó atónito y dijo: "¿Quién es ese hombre? ¿Qué es esto? Si uno vive en esta forma, entonces cualquiera puede venir y matarte. Y ni siquiera has mirado a la persona y no sabes quién es, ni por qué lo hizo".
El Maestro dijo: "Es su problema, no el mío".
Este clásico cuento de la tradición Zen, nos puede servir de ejemplo para aquellos momentos de la vida en que nos sentimos ofendidos frente a algún comentario. Nosotros podemos elegir enfadarnos o no. Si nos enfadamos hacemos nuestro el problema, pero sino, simplemente lo mantiene el que nos trata de ofender y.... como dice el maestro zen... el problema es suyo, no mio.
El Maestro cayó. Luego se levantó y continuó caminando en la misma dirección en la que estaba yendo, sin siquiera mirar hacia atrás. Un discípulo iba con el Maestro; se quedó atónito y dijo: "¿Quién es ese hombre? ¿Qué es esto? Si uno vive en esta forma, entonces cualquiera puede venir y matarte. Y ni siquiera has mirado a la persona y no sabes quién es, ni por qué lo hizo".
El Maestro dijo: "Es su problema, no el mío".
Este clásico cuento de la tradición Zen, nos puede servir de ejemplo para aquellos momentos de la vida en que nos sentimos ofendidos frente a algún comentario. Nosotros podemos elegir enfadarnos o no. Si nos enfadamos hacemos nuestro el problema, pero sino, simplemente lo mantiene el que nos trata de ofender y.... como dice el maestro zen... el problema es suyo, no mio.
En relación con un famoso comentario del Dalai Lama: "...Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente".
ResponderEliminarSixto
Esa es la idea del cuento, Sixto, sin duda. Fácil de decir, difícil de llevar a la practica. Un abrazo.
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