Impermanencia, la realidad en el budismo


¿Impermanencia? ¿Qué es?.
Todos nacemos, crecemos, llegamos a una plenitud física en la juventud, pero inevitablemente aparcera la decadencia, la vejez y por último la muerte. Aferrarnos a la juventud es atarnos al sufrimiento, pues no podemos parar el proceso natural de la vida. Pero esta ley que nos afecta a nuestras vidas es una ley que es válida para absolutamente todo lo existente, ya sea físico, emocional o mental y esta ley es la impermanencia.

Uno de los tipos de meditación más importante que existe es Vipassana. Este término quiere decir visión profunda, es decir ver aspecto de la realidad con mucha más claridad que normalmente. Uno de estos aspecto es la impermanencia, o lo que es lo mismo la realidad de que no existe ningún hecho ni suceso permanente. Así nada material es permanente, pero tampoco las emociones, ni un pensamiento , ni tampoco ninguna sensación. Todo nace existe durante un tiempo y luego desaparece y esto es una ley de la naturaleza que afecta a todo. Cuando a través de Vipassana nos damos cuenta de esta realidad de una forma mucho más profunda, percibimos que todo es impermanente y por lo tanto nada merece la pena perseguir o tener deseo y apego hacia ello. Un ejemplo de esto es algo que nos atraiga como que nos guste que nos alaben pues nos hace sentir bien, pero toda alabanza y su sensación placentera asociada es impermanente, durará un cierto tiempo y luego desaparecerá, pero sin embargo nosotros nos aferramos a ella y queremos que nos alaben cuantas mas veces mejor y que las alabanzas sean continuadas. Como esto es imposible al final estamos abocados al sufrimiento, pues nada es duradero y por tanto perseguirlo nos lleva a sufrir.
Cuando interiorizamos la impermanencia en profundidad, vamos desapegandonos de todo y soltando, pues todo aquello que persigamos en última instancia nos frustrara cuando desaparezca y nos generará un deseo de que vuelva a surgir.
Ocurre igual con todos los placeres físicos y mentales  que podamos experimentar, al igual que con todas las sensaciones y emociones que nos desagradan, pues sabiendo que son impermanentes , sabremos que antes o después desaparecerán y no las veremos con tanto desagrado y rechazo, sino con aceptación.
En el ejemplo de las alabanzas, cuando exista la admitiremos, pero no intentaremos que continúen, ni las buscaremos en el futuro, simplemente las aceptaremos y las dejaremos marchar. Esto es lo que llamamos ecuanimidad y nos proporciona una gran estabilidad y paz mental.
Los monjes budistas realizan mándalas preciosos, con arena de distintos colores y les lleva bastante tiempo hacerlos y cuando están finalizados una ráfaga de viento los deshace. Con ello, aprenden con nitidez la impermanencia y a no apegarse a nada, pues todo en algún momento desaparecerá.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias, Carmen, pero tu alabanza es impermanente y la disfruto y la dejo ir. Un abrazo para Javi y para ti.

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  2. Muy buena exposición, Antonio, y dicho de una manera fácil y comprensible, como todo lo que expresas... me ha gustado mucho, y me ayuda mucho pues queremos aferrarnos a lo bueno, a lo agradable, o a veces a quejarnos y que nos hagan caso y sentirnos mal..y todo pasa tarde o temprano.
    Un abrazo muy fuerte.

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    1. Muchas gracias, Esther y si exactamente esa es la idea. Todo pasara, antes o después, sea postigo o negativo y por tanto no es lógico aferrarnos a ello. Un abrazo fuerte.

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