Metta y los cables

Hoy no vamos a hablar de teoría.
Hoy vamos a hablar de práctica: de cómo el ejercicio de Metta parece que sirve.
Pongámonos en situación:

estoy en mi lugar habitual de trabajo, en el laboratorio habitualmente sola midiendo habitualmente los habituales detectores. Llega inhabitualmente Miguelito, un compañero de trabajo al que conozco poco y con el que tengo poca confianza y me pide:
- Alicia, tengo estos detectores especiales [véase poco habituales] y necesito hacer unas medidas con ellos. Mira a ver si me puedes ayudar.
- Sí, claro.
Pienso: "Los detectores son poco habituales, pero lo requerido a medir te es muy habitual". Y comienzo a preparar los dispositivos para medir, pero hay que conectarlos de una forma determinada. Empiezo a marear cables, liada con tantos sin saber dónde conectarlos, mientras mi compañero me mira paciente. Empiezo a sudar la gota gorda. Nerviosa, enchufo los cables sin acertar. Él paciente y yo pensando: "Esta medida con su correspondiente cableado, tan habitual, deberías saberlo de carrerilla. Y éste de aquí viendo este cablístico vaivén sin sentido". Y venga a notar gotas gordas.
De repente me hace pop un pensamiento, uno de esos como las ventanas spam que solitas aparecen en el ordenador en determinados sitios web:



      "Te quiero mucho Ali"

Respiro hondo. Dejo de dudar, los cables dejan de balancearse. El rojo aquí, el verde aquí, el amarillo lo conecto aquí, el rojo allá, etc. etc. con el rosa, lila, azul, marrón, blanco, magenta, turquesa, cian.
- Ala, ya podemos empezar tus medidas Miguelito. Lo más difícil está hecho.
Y me sonreí sorprendida, viendo como el trabajo de Metta daba tanto resultado.

"Esta entrada es una colaboración de mi hija Alicia y ha sido su regalo de Reyes Magos de este año y es sin duda uno de los mejores regalos que podría recibir, pues ver a mi hija feliz y decidida a seguir esta andadura de la practica budista, es para mi el mejor regalo que puedo recibir. 
Gracias, hija y un abrazo muy fuerte."